El espíritu de Taizé estuvo presente en toda la ciudad, ya un o dos días anteriores el encuentro, cuando los primeros voluntarios llegaron. Había tantas idiomas diferentes pero era sin embargo fácil ponerse de acuerdo y organizar todo. El inicio "oficial" fue el viernes 3 de septiembre. Temprano por la mañana, voluntarios acogieron en sus parroquias a los jóvenes que venían de los diferentes países de Europa. Peregrinos de Polonia, Alemania, Croacia, Eslovenia, Eslovaquia, Francia, Hungría, Serbia, Rumanía, España, Portugal e Italia vinieron a Sarajevo para vivir tres días con jóvenes de Bosnia-Herzegovina y los hermanos de Taizé, para descubrir una ciudad y un país y para rezar juntos por la esperanza, la paz y la confianza.
Muchas familias les abrieron las puertas de sus casas a los jóvenes. Llegaron más de seiscientos peregrinos. La oración de la tarde fue el primer acontecimiento del programa. La sala de gimnasia de Skenderija fue decorada a la manera de Taizé: con velas, iconos y con las centenas de jóvenes que rezaban cantando allí... La sala no era más la misma. Se llenó de un espíritu de comunión y de alegría. El primer día concluyó con la oración de la tarde durante la cual hermano Aloís saludó a todos los participantes y habló de la importancia de dar y de recibir el perdón.
« Cada uno de nosotros puede hacer este descubrimiento: el perdón recibido o dado es una fuente de alegría. Saber que somos perdonados es tal vez una de las alegrías más profundas, más liberadoras. Es la fuente de la paz interior que Cristo quiere comunicarnos. Y esta paz interior nos llevará lejos; ella va a irradiar a otros(as) y en el mundo. »
El segundo día, los jóvenes y sus huéspedes comenzaron con la oración de mañana en las parroquias y las iglesias ortodoxas. Después de eso, equipos locales organizaron talleres con el fin de presentar a personas particularmente notables de sus comunidades locales, instituciones u organizaciones. Los jóvenes visitaron de esta manera diferentes mezquitas e iglesias, asociaciones culturales, museos, hospitales, etc...
La tarde fue consagrada a otros nueve telleres. Los huéspedes tuvieron la oportunidad de encontrar personas de las diferentes comunidades religiosas, y diversas realidades culturales y educativas. Varios representantes oficiales participaron en estos talleres.
Al final de la tarde, los peregrinos participaron en las vísperas, con la bendición del pan, en la Vieja iglesia ortodoxa.
Durante la oración de tarde, el cardenal y el metropilita expresaron su alegría y su felicidad de ver este encuentro de Taizé en Bosnia-Herzegovina y ver reunidos a tantos jóvenes de países tan diferentes.
El último día del encuentro las celebraciones se realizaron en las parroquias y en las iglesias ortodoxas. El encuentro concluyó con una oración en la iglesia Saint-José.
Para todos los que fueron acogidos, como para los que acogieron, permanecen profundamente en los corazones la alegría, la esperanza y la felicidad dadas y recibidas.
Tomislava (Bosnia-Herzegovina)
Desde el principio, me entusiasmó la idea de un encuentro a Sarajevo pero me impresionó el ver a tantos jóvenes de tantos países diferentes delante de Skenderija y de escuchar el canto « Sto oko vidje » en la sala donde vamos de vez en cuando para ver un partido. Fue especial: Taizé vino a Bosnia-Herzegovina. Tenía huéspedes muy gentiles en casa y encontré muchos jóvenes simpáticos. Quería tanto mostrarles mi querida ciudad y compartir con ellos cómo es la vida aquí. Ellos me dieron mucho más a cambio: su compasión, su comprensión, sus oraciones, su esperanza y su alegría.
Nicolas (Francia)
Es « paso a paso » que la paz se edifica, nos confiaba a hermano Aloís en el momento de una meditación a Sarajevo. Es día tras día que los peregrinos venidos de Bosnia-Herzegovina, los Balcanes y de la Europa entera pudieron alimentarse mutuamente de encuentros ricos en humanidad.
Como peregrino, a menudo se tiene la costumbre de alabar la cualidad de la acogida reservada por las familias en el momento de los encuentros de Taizé. Debo reconocer sin exageración alguna que mi familia nos ofreció una acogida excepcional. Mucho más allá del techo y del alimento, me quedo con la sencillez del tiempo compartido, sin contar, y la bondad natural que estaba como impregnada en la mirada de mis huéspedes.
Esta proximidad con mi familia de acogida, nuestras discusiones, sin pelos en la lengua, sobre el pasado, el presente y el futuro del país, me permitieron descubrir también la riqueza de Bosnia-Herzegovina. Una riqueza que permanece, sin embargo, todavía hoy frágil en ciertas puntos. Una riqueza que pide desarrollarse a diario, particularmente a favor del diálogo interreligioso y de la emergencia incansable de iniciativas que reúnan a las diversas comunidades hacia el progreso común.