Después de tres concurridas semanas en febrero, llega el final de la calma invernal a Taizé. El tiempo de Cuaresma nos ayuda a volvernos hacia Dios, como recordamos el Miércoles de Ceniza durante la oración de la tarde en las palabras dirigidas a todos los que recibieron ceniza en la frente: "Confía en el Evangelio".
Según se acerca la Pascua, el grupo de voluntarios crece: algunos vienen a pasar las semanas de Cuaresma en Taizé, otros se preparan para quedarse durante más tiempo. Sus orígenes son muy diversos: los jóvenes de América Latina y el Pacífico se han sumado a los europeos, muy numerosos. Y cuando se juntan su alegría es tan contagiosa que a veces es difícil reprimir un ¡Aleluya!
Llegaron visitantes de todos los puntos de la Borgoña a participar en las "jornadas de puertas abiertas" del taller de cerámica. En toda Francia, muchos alfareros abrieron sus puertas y, como ellos, los hermanos pasaron el fin de semana explicando sus diferentes tareas: desde la preparación de la arcilla al esmaltado, pasando por la decoración y la cocción. Ya que los hermanos se ganan la vida con su trabajo, se trata de un aspecto importante de la vida de la comunidad que se presentaba al público de manera excepcional.
De Japón a Libia, de Pakistán a la Costa de Marfil, en Taizé seguimos con atención la actualidad del mundo. Estos últimos días, durante la oración de la tarde, en las intercesiones se mencionó varias veces a las víctimas del terremoto y del tsunami en Japón. Estuvieron presentes cuatro japoneses - un pastor, un voluntario que pasa un año con nosotros y dos jóvenes visitantes.
Tras el terremoto y el tsunami, el hermano Alois envió un mensaje para los amigos de Taizé en Japón.
Con todos nuestros hermanos, en Taizé y en las fraternidades, compartimos la terrible experiencia que ha afectado a Japón porque sabéis el gran cariño que sentimos por vuestro país. Nuestros corazones sufren y lloran con los que sufren. Cuando nos desconcierta el incomprensible sufrimiento de los inocentes, queremos ser testigos de la compasión de Dios, y a través de nuestra oración queremos apoyaros en vuestro dolor, a vosotros, a vuestras familias, a las iglesias de Japón, tantos jóvenes que conocemos, y a todo el pueblo de su país.
Desde el primer día, en la iglesia de Taizé, hemos confiado todas las víctimas del terremoto a Dios, y en la iglesia hoy dije esta oración: "Cristo Jesús, queremos permanecer cerca de ti y confiarte el dolor de todos los que sufren en la tierra. Te pedimos por las víctimas del terremoto y del tsunami en Japón, te confiamos a las personas cercanas a nosotros y a nuestros amigos que viven en un país afligido. Para todos ellos, invocamos tu presencia de compasión”.
En respuesta a dos invitaciones, el hermano Alois fue a Lucerna y Viena.
En Lucerna, en la hermosa iglesia barroca de los jesuitas, explicó en detalle el camino del hermano Roger y de la comunidad hacia la reconciliación de los cristianos. "No pretendemos haber encontrado la solución. Nuestra forma de trabajar es imperfecta. Sabemos que nuestra situación es provisional, esperamos la plena realización de la unidad. Pero intentamos entrar en una dinámica de reconciliación”.
Los vínculos entre la comunidad de Taizé y el pueblo de Viena se remontan en el tiempo. Mucho antes de los encuentros europeos de 1992 y 1997, se celebraron oraciones periódicas en la ciudad. El propio hermano Roger estuvo allí en varias ocasiones. En aquella época era casi imposible llegar a la capital austríaca y los países vecinos. Afortunadamente, hoy es mucho más sencillo. El hermano Alois, junto a otro hermano, estuvo en Viena con motivo de una etapa de la peregrinación de confianza. ¡Y qué alegría ver a jóvenes de países vecinos en el encuentro! El viernes por la noche, la iglesia estaba llena a rebosar y la oración alrededor de la cruz continuó hasta muy tarde. En las oraciones se recordó especialmente al pueblo japonés. Los jóvenes que vinieron de lejos fueron recibidos calurosamente por las familias de acogida.
Cinco meses después del encuentro celebrado por los hermanos de Taizé el año pasado en Sarajevo, a invitación del cardenal Puljic y del metropolita ortodoxo Nicolaj, uno de los hermanos regresó a la región hace poco.
"La primera etapa del viaje fue un día que pasamos en una aldea en el noreste de Serbia, cerca de la frontera con Rumanía. Allí se habla eslovaco y la mayoría de la gente es luterana. El pastor, que conoce bien Taizé y que participó en el encuentro de Sarajevo, invitó a los jóvenes y los menos jóvenes a participar en la oración y a compartir. Vinieron también jóvenes de la región. Se leyó la Biblia serbio, eslovaco, húngaro y rumano y siete violines, dos guitarras y dos contrabajos acompañaron los cantos.
Otra etapa tuvo lugar en la Facultad de Teología Ortodoxa de Belgrado. Tiene una hermosa capilla, donde muchos estudiantes participan en las oraciones diarias. Tras las Vísperas, fui invitado a compartir lo que estamos viviendo en Taizé. Un hermoso cartel anunciaba el tema en la sala: "Taizé, un lugar donde los cristianos oran y se encuentran". ...
En Chile todo empieza de nuevo al final del verano. El primer viernes de marzo nos encontramos con unos 150 jóvenes para celebrar una oración del atardecer en la parroquia del barrio de Santiago donde siguen viviendo los hermanos de Taizé. ... Hubo mucha alegría porque fue un buen momento para reencontrar a todos los que habían participado más activamente en la preparación con las parroquias de Santiago.
El sábado siguiente, volvimos a encontrarnos, esta vez para leer juntos la "Carta de Chile". Después de un período de lectura personal en silencio, nos dividimos en tres grupos de acuerdo con las tres opciones propuestas en la carta escrita por el Hermano Alois: la alegría, la compasión y el perdón. ...
En un grupo, un joven explicó que estos pequeños encuentros no son un signo de nostalgia por el gran encuentro que vivimos en diciembre, sino más bien un paso adelante en la peregrinación de confianza: un paso que nos permite seguir buscando juntos...
Durante la Cuaresma, se propone todos los días "pausa en Dios", de lunes a sábado, a las 13.00 horas: cantos de Taizé, un almuerzo ligero en el silencio, un tiempo para respirar y recuperar fuerzas en medio del día en un campus universitario: Iglesia de San Lázaro, calle Ejército 415, metros: Héroes y Toesca.
Elise, de París, participó en una oración al comienzo de la Cuaresma en la Iglesia de Saint-Eustache. Escribe: "Después de estar en Taizé, a veces resulta difícil volver a París. Me parece que Dios está muy lejos, cuando estoy en el metro, en la universidad o en la calle. Y a veces es difícil vivir la temporada de Cuaresma, que nos invita a dirigirnos a Dios, cuando nos sentimos aislados, perdidos en el barullo anónimo de la ciudad. Por eso, para mí, esta noche es muy importante para empezar la Cuaresma. Oír los cantos de Taizé que resuenan bajo el impresionante techo de Saint-Eustache, mientras siento vibrar el metro bajo mis pies, es una manera de decirnos que Dios también está presente en París.
Y así París deja de ser una ciudad ensordecedora y asfixiante en la que uno siente que le empujan por todas partes para ser una ciudad llena de vida, que reúne a personas de todo el mundo. Siempre recordaré la imagen de la joven estonia y su pequeña hija, cantando la versión estonia de Nada te turbe. Esta oración nos invita a dirigirnos a Cristo, a prepararnos para la alegría de la Pascua, pero también a dirigirnos hacia el prójimo. Al ver a tanta gente reunida, de orígenes tan diversas, de rodillas sobre una gran alfombra, y ver a la gente esperando para poner sus cargas en la cruz, me consuelo: No estoy sola en París. "
El viernes 25 de marzo habrá una oración con cantos de Taizé en la catedral de Notre Dame, París.
Cristo Jesús, a través de tu Evangelio, sabemos que vienes a traer luz a nuestras debilidades. Y las preocupaciones en nuestro corazón pueden transformarse en una humilde confianza, una alegría profunda. Nos gustaría simplemente mirar hacia la luz hasta que el lucero del alba brille en nuestros corazones.