TAIZÉ

Chile

Una primavera para el alma

 
A principios de octubre de 2011 dos hermanos regresaron de Taizé, estarán en Chile durante un mes para dar otro paso en la Peregrinación de confianza que vivimos en diciembre de 2010.

Llegan a un Chile convulsionado por situaciones políticas y sociales, marcadas principalmente por el conflicto estudiantil donde miles de jóvenes han salido a las calles para exigir una educación gratuita y de calidad para todos. Junto con ellos son numerosas las demandas sociales que se han hecho sentir en estos días: la familia, la no discriminación, el medio ambiente, las minorías, etc. Es un tiempo de demandas justas pero lamentablemente también de violencia.

Pero este mes en Chile también es el mes de la primavera, la estación de las flores, del renacer de la naturaleza, la estación donde las calles se llenan de color y el sol comienza a dejarse ver con más frecuencia, envolviendo de a poco con su cálido abrazo.

Creo que no es casual que los hermanos hayan llegado en este tiempo de tanto contraste. En ese contexto recuerdo algo que siempre me ha llamado la atención, lo increíble que es que “una sola semilla, pequeña y sencilla, pueda contener una hermosura tan grande como una bella flor o un frondoso arbusto”.

Pienso en eso ahora cuando veo que algunos jóvenes, marcados por la experiencia de la Peregrinación de confianza, se vuelcan a la oración, a la contemplación y a la escucha de la palabra de Dios. Muchos de estos jóvenes viven en carne propia las revueltas sociales de estos días y encuentran en la oración la manera de darle sentido, desde el evangelio, a sus búsquedas y necesidades cotidianas.

Si. No son encuentros masivos, como quizás nos gustaría a quienes compartirnos esta forma de oración, pero en grupos pequeños, como una semilla, que con los tiempos de Dios puede convertirse en un frondoso arbusto que cobije y de sombra a tantos y tantas que claman hoy por justicia, por libertad, por caridad, por un camino que les muestre la paz del corazón.

Es un bello signo, silencioso, que florece en estos días por Estación Central, en Punta de Tralca, en La Legua, en las zonas norte y sur de Santiago, recientemente en Quillota, en Viña del mar, Valparaíso y en tantos otros puntos que quizás no hemos descubierto. Hay una necesidad grande de darle sentido a todo lo que está pasando, en Chile y en la vida de cada uno de nosotros. De manera pequeña y sencilla, esa necesidad esta a la espera de ser acogida por la mirada amorosa de Jesucristo.

Quienes hemos podido escuchar ese llamado, tenemos el desafío de colaborar y así ser parte de una verdadera Peregrinación de confianza a través de la tierra. Los hermanos regresarán a Taizé a principios de noviembre, se llevaran algunas de estas flores de primavera en el corazón y nosotros seguiremos al cuidado de este jardín, plantado en medio de la lucha y las necesidades de Chile, pero que solo florece con la luz de Dios, quien solo sabe amar y nos confirma como en el canto que “el alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa”

Última actualización: 22 de octubre de 2011