Ha llegado a su fin una vida de entrega a los más pobres entre los pobres. Fuera el que fuera el lugar donde él pasaba tiempo junto con otros hermanos de la comunidad, el Hermano Frank siempre dio prioridad a una vida compartida con las personas más abandonadas y fundamentada en una intensa búsqueda de Dios. A finales de 1964, el Hermano Roger le pidió que realizara visitas a los Estados Unidos, que fructificaron en la creación, en 1965, de la primera fraternidad en el continente americano, en Wisconsin. Desde 1966 hasta 1971, estuvo a cargo de una fraternidad en la que unos pocos hermanos de Taizé y algunos monjes Franciscanos vivieron en un barrio muy pobre de Chicago. Después, pasó un año con otros hermanos en Atlanta.
En 1972, el Hermano Frank cambió de continente. Fue enviado a Asia y realizó visitas a la India, donde especialmente estableció las primeras relaciones que Taizé mantuvo con la Madre Teresa. A continuación, visitó Indonesia, Vietnam y las Filipinas. A finales de 1974, se fundó una fraternidad en Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo, en la ciudad de Chittagong. Desde allí, en 1978, se mudó a Japón donde, junto con otros hermanos, inició una fraternidad en el distrito marginal de Miyadera, en Tokyo. A finales de 1979, ayudó en la fundación de una fraternidad en Seúl, Corea. Desde allí, marchó a Calcuta en 1981, y regresó a Bangladesh de forma permanente en 1987. Los hermanos se fueron entonces a vivir a la ciudad de Mymensingh.
Un día, el Hermano Frank describió estos largos años de vida compartida con los pobres de Bangladesh con estas palabras:
«Nos damos cuenta de que, aquéllos que son rechazados por la sociedad a causa de su debilidad y de su aparente falta de utilidad, son una presencia de Dios. Si los acogemos, ellos nos llevan gradualmente de un mundo híper-competitivo a un mundo de comunión entre los corazones. Como gesto de comunión con los creyentes del Islam o con otros creyentes, realizamos peregrinaciones juntos con las personas con discapacidad. Esto abre nuestros corazones. Cuando servimos juntos a los pobres y a los débiles, ellos son los que nos reúnen; no somos nosotros, los fuertes, los que hacemos esto, sino que son ellos los que nos invitan a estar juntos, con ellos. »