Poco después de su llegada a Taizé, el hermano Roger remarcó sus habilidades y le confió importantes responsabilidades, particularmente en la gestión de la vida material de la comunidad y en la edición de libros y revistas publicados por Les Presses de Taizé.
A finales de los años 1980 y a principios de los años 1990, el hermano Roger le pidió que fuera a apoyar durante distintos periodos a los hermanos que vivían en los Estados Unidos. Pasó varios meses con ellos en Nueva York, en un barrio pobre llamado Hell’s Kitchen, la cocina del infierno, y en Milwaukee, un barrio afroamericano. Con otros hermanos, viajó a través de los Estados del Midwest de los EE.UU. y por Texas para ayudar a los jóvenes a prepararse para el encuentro norteamericano que Taizé organizó en Dayton, Ohio, en 1992.
Luego regresó a Taizé, donde se hizo cargo de varias tareas administrativas, ocupándose entre otras cosas de los visados de jóvenes procedentes de países lejanos, que venían a participar en los encuentros internacionales en Taizé.
Cuando a principios de los años 1990 estalló la guerra en la antigua Yugoslavia, fue a Croacia donde se encontraban muchos refugiados. Preparó la estancia en Taizé de varios grupos de niños de Bosnia que necesitaban un tiempo de reposo, y ayudó con la instalación en el pueblo de Taizé de una familia de Sarajevo que permanece allí hasta hoy.
Muy cultivado, este hombre bueno y humilde amaba lo que es bello, tenía pasión por los libros y siempre sabía aconsejar a sus hermanos e interlocutores la lectura que podía convenirles.
A lo largo de su vida, acompañó espiritualmente a varias personas que coinciden hoy en alabar la calidad de su escucha, su delicadeza, su respeto y su serenidad.