Dios de compasión, te damos gracias por la vida del hermano Roger. En un mundo a menudo desgarrado por las violencias, él quiso crear una comunidad que fuese parábola comunión. Te alabamos por el testimonio que dio de Cristo Resucitado y por su fidelidad hasta la muerte.Envía sobre nosotros tu Espíritu Santo para que seamos también testigos de reconciliación en nuestra vida cotidiana. Haz de nosotros creadores de unidad entre los cristianos cuando se separan, portadores de paz entre los humanos cuando se enfrentan. Danos saber vivir en solidaridad con los más desfavorecidos, cercanos o lejanos.Con el hermano Roger quisiéramos decirte: Dichoso quien se abandona a ti, oh Dios, en la confianza del corazón. Tú nos guardas en la alegría, la sencillez, la misericordia.(oración del hermano Alois)
Estos tres últimos años, nuestra « peregrinación de confianza a través de la tierra » se ha alimentado de la escucha de jóvenes de todos los continentes, en busca de una « nueva solidaridad ». Ellos han compartido sus experiencias, sus reflexiones, tanto en los encuentros en Taizé, como en las visitas a numerosos países, en reuniones en Europa, en África, en América del Norte y del Sur, en Asia, en Oceanía.
La humanidad atraviesa un período de transición difícil y de resultado incierto. Hay quienes fijan su mirada en lo que no va bien hasta perder la esperanza. Otros saben ver los nuevos brotes de vida: aunque aún frágiles, están a menudo sostenidos por una creatividad inaudita, dan testimonio de que el ser humano no está hecho para la desesperación. Las crisis pueden liberar energías insospechadas, aunar voluntades.
Desde Taizé, saludamos a todos y todas que, a través del mundo, asumen el riesgo de la esperanza. Dan testimonio y viven ya una globalización de la solidaridad. Con ellos, quisiéramos dar un paso más sobre esta ruta común.
Hacer crecer nuevas solidaridades
Sobre toda la tierra, nuevas calamidades, nuevas soledades, nuevos retos – desplazamientos de poblaciones, catástrofes ecológicas, desigualdades, desempleo masivo, violencias... – reclaman nuevas solidaridades, interpelan tanto a creyentes de diversas religiones como a no creyentes.
¿Estás dispuesto a entregar tus fuerzas para hacer crecer estas nuevas solidaridades? :
- que la globalización se construya sobre la justicia y la fraternidad, no mediante la opresión de los pobres o de las culturas minoritarias;
- que cesen finalmente la explotación de los otros, las tragedias de tantos migrantes, y se defienda la dignidad de todos, hasta la del más débil;
- que el cuidado del medio ambiente sea reconocida como una prioridad para asegurar un porvenir a las generaciones futuras;
- que los progresos tecnológicos no sirvan para ahondar las desigualdades, sino que beneficien a todos y hagan la vida más humana;
- que la solidaridad no sea sólo en un sentido, sino recíproca, que aquellos que dan aprendan a descubrir la generosidad de los pequeños, los pobres, los extranjeros.
Incluso con casi nada, puedes contribuir a crear nuevas solidaridades para alcanzar juntos la alegría de vivir, ¿crees esto?
Si la compasión desapareciese…
¿Dónde ibas a encontrar el impulso necesario? Desde hace años, la conciencia cristiana ha experimentado un despertar, ahora comprende mejor que Cristo vino a unir a todos los humanos: por su resurrección los ha hecho hermanos y hermanas de una misma familia. Al unirse visiblemente en torno a él, al dejarse conducir por el soplo del Espíritu Santo, los cristianos podrán hacer que broten fuentes de compasión y solidaridad; bebiendo de ellas serán capaces de comenzar siempre de nuevo.
Si la compasión desapareciese de nuestras sociedades, ¿qué le pasaría a la humanidad?
Hermano Roger puso en el centro de la vida de la comunidad que él fundó tres valores del Evangelio accesibles a todos:
alegría – sencillez – misericordia.
A lo largo de los tres próximos años, ¿podrían estas palabras acompañar tu marcha, ayudarte a abrir de par en par las puertas de la solidaridad, en tu corazón, en tu entorno, en la sociedad?
¡En 2016, comenzaremos por la misericordia! Redescubriendo la bondad de Dios y la bondad humana, ¡que son más profundas que el mal! Por ella, alcanzaremos el corazón del mensaje de Cristo. En este espíritu de Evangelio, el papa Francisco ha lanzado un año de la misericordia: todos están llamados a reflejar, por su vida, el perdón y la compasión sin límites de Dios.
El icono de la misericordia
Un maestro de la ley preguntó a Jesús : « ¿Quién es mi prójimo? »Jesús respondió : « Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó cuando unos bandidos lo atacaron, le robaron todo lo que tenía, le molieron a palos y se fueron dejándolo medio muerto. Pasó por allí un sacerdote que bajaba por aquella ruta. Cuando vio al hombre, pasó al otro lado del camino y se alejó. Igualmente, un levita llegó a ese lugar, vio al hombre, pasó al otro lado del camino y se alejó.Pero un Samaritano, que viajaba por allí, llegó junto al herido. Cuando le vio, se conmovió profundamente. Se acercó aún más, vertió aceite y vino sobre sus heridas y las vendó. Luego lo colocó sobre su propia cabalgadura y lo llevó a una posada. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata, se las dio al posadero y le dijo: “Cuida de este hombre; cuando regrese por aquí, te pagaré lo que hayas gastado de más por él” »Jesús añadió : « ¿Cuál de estos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos? » El maestro de la ley respondió: « Aquel que fue bueno con él. » Jesús le dijo entonces: « Ve y haz lo mismo. »(Evangelio de Lucas 10, 29-37)
¿Consagras tus fuerzas a venir en ayuda de tu prójimo, a reparar las injusticias? Cristo está presente en el herido abandonado al borde del camino, espera tu compasión.
¿Estás pasando tú mismo por la prueba? Cristo te mira con bondad. Cuida de ti como de toda la humanidad. Su mirada de amor te la revela a veces una persona despreciada, como este extranjero, el Samaritano.