TAIZÉ

Meditación del hermano Alois

Promover una fraternidad universal

 

Varios hermanos se van a vivir a Cuba

jueves 13 de agosto de 2015

El domingo recordaremos al hermano Roger. Será el aniversario de su muerte. Conmemoramos también los 100 años de su nacimiento y los 75 años de su llegada a Taizé.

Nos legó una de sus grandes inquietudes: la paz, el compartir, la solidaridad entre los seres humanos. Hablaba de "lucha y contemplación", sabía que la bondad de Dios puede colmar nuestras vidas de benevolencia, de compasión hacia los que se enfrentan a pruebas.

En toda la tierra hay nuevos motivos de angustia, desplazamiento de poblaciones, catástrofes ecológicas, desempleo de masa, violencia; todo eso reclama nuevas solidaridades. Entonces, cada uno de nosotros podemos preguntarnos: ¿estoy dispuesto a dar mi fuerza para hacer crecer estas nuevas solidaridades? ¿Estoy dispuesto, sin más espera, a empezar por lo que me rodea?

Esta semana, el valor de los foros y los talleres es incalculable para esta interrogación personal. Quiero dar las gracias a todos los que han venido a ayudar a profundizar en esta búsqueda. Su compromiso y sus conocimientos nos animan. Espero que, gracias a los encuentros de estos días, también los animemos.
Los signos de esperanza nos sostienen. Cada vez hay más iniciativas locales de compartir, por ejemplo con emigrantes. La migración, que aumenta por todas partes, va a dar una nueva cara a nuestras sociedades.

El hermano Roger siempre acogió a refugiados, incluso cuando estaba completamente solo en Taizé, durante la Segunda Guerra Mundial. Nos complace seguir haciéndolo; hace poco se instaló en la colina una familia de Irak.

Otro signo de esperanza es ver crecer la conciencia de pertenecer a la misma familia humana. Es cierto que tenemos miedo del otro, del extranjero; todos lo sabemos. Con todo, no encontramos una solución a este miedo aislándonos detrás de paredes, sino solamente buscando el encuentro con el desconocido.

¿No tienen acaso los cristianos vocación de promover la fraternidad universal? ¿No extendió Cristo sus brazos en la cruz para acoger a todo ser humano?

Damos las gracias a los responsables de distintas Iglesias que nos han acompañado esta semana. Don Manuel, cardinal patriarca de Lisboa, vino en autobús con un grupo de jóvenes portugueses para pasar una semana. El cardenal Monsengwo llegó de más lejos aún, de Kinshasa, en el Congo. Los saludamos calurosamente.

Representantes de otras Iglesias llegarán para estar aquí el domingo. Su presencia es una señal valiosa de que estamos en camino con toda la Iglesia, con todos los que aman a Cristo.

Nos conmueve la presencia entre nosotros de personas de distintas religiones. Nos acompañan un rabino judío y varios musulmanes. Vendrán también budistas e hindúes. El compromiso por la paz nos une.

En todos los países muchos buscan la paz para la familia humana. Ven en la globalización una oportunidad de hacer realidad una fraternidad universal. Vuelve a imponerse la pregunta que ya mencioné jueves pasado: ¿no es indispensable crear instancias supranacionales, e incluso una clase de autoridad democrática universal, que establezcan las normas para garantizar una mayor justicia y para mantener la paz?

Aquí, las semanas de verano nos ayudan a vivir a pequeña escala una fraternidad universal. Los jóvenes aportan su hermosa imaginación. Logran crear un intercambio entre distintas caras de la humanidad. En Wanagi Tacanku, en un extremo de nuestra aldea, su creatividad se convierte en belleza y comunión entre los pueblos.

Eso forma también parte del legado del hermano Roger, expresar mediante nuestra vida de comunidad la unidad de la familia humana. Para nosotros, los hermanos, es una alegría venir de países diferentes, de continentes diferentes. Y estos días, por primera vez en nuestra historia, estamos todos juntos. Nuestras habitaciones no son suficientes y algunos hermanos deben dormir en tiendas.

La próxima semana, un buen número de ellos regresará a las fraternidades donde viven, en distintos continentes. Sobre esto, tengo una noticia que daros y quisiera pediros vuestras oraciones por la perspectiva que supone. Decidimos formar una fraternidad en un país muy amado, Cuba. En septiembre dos hermanos se mudarán a ese país, para compartir sencillamente la vida de la gente, y también para ser un lugar de oración y acogida.

Hablamos mucho de solidaridad esta semana. El breve texto que recibieron a su llegada, "Taizé 2015", plantea el camino a seguir durante los próximos tres años. Las tres palabras que para el hermano Roger expresaban el espíritu de las bienaventuranzas nos guiarán: alegría, sencillez, misericordia.

El año que viene lo dedicaremos a una palabra sencilla, "misericordia", la compasión de Dios, el compasión entre los humanos.

Para cumplir un compromiso es importante ir la fuente de la solidaridad. El icono que vemos en el coro de la iglesia puede ayudarnos. Es el icono de la misericordia. Al observarlo acogemos la misericordia de Cristo y nos dejamos llevar hacia los que están heridos. A veces somos nosotros mismos. Estamos invitados a ayudar y dar, pero debemos también aceptar ser ayudados y recibir.

No estamos solos para seguir a Cristo. Continúa la peregrinación de confianza. Los encuentros en Taizé y otros lugares nos servirán de apoyo, en particular el encuentro europeo en Valencia (España) a finales de diciembre y el encuentro africano en Cotonú (Benín), en septiembre de 2016. Nos llena de alegría ser acogidos en África.

Una cosa más. Estamos en profunda comunión con los jóvenes reunidos en Tlemcen (Argelia). Desde hace diez años, cada verano, los jóvenes organizan dos semanas de encuentros con los mismos temas que en Taizé. Son sobre todo estudiantes procedentes de toda África. Su encuentro es una señal muy clara de la esperanza por el futuro del continente africano.

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Última actualización: 14 de agosto de 2015