A medida que continuamos nuestro camino hacia la Pascua, hay una creciente preocupación en todo el mundo sobre la propagación del coronavirus. En Taizé, las circunstancias nos hacen anticipar por primera vez una Semana Santa y una celebración de Pascua sin peregrinos. Pedimos a los que ya se inscribieron que pospongan su venida y la Iglesia de la Reconciliación está cerrada. Continuamos nuestra vida de oración y de trabajo, "separados de todos, pero unidos a todos". Somos conscientes de que la intercesión nos mantiene unidos con tantas otras personas en todo el mundo.
Por teléfono o por internet, recibimos muchas noticias de aquellos que enfrentan el mismo desafío en diferentes rincones del mundo. Algunos de nuestros hermanos viven o viajan en Corea, Italia y otros lugares. Nuestros hermanos chinos, en contacto con sus familias en China, siguieron el desarrollo de la epidemia con atención y emoción desde el principio.
Además de las precauciones y adaptaciones esenciales que se requieren, esta crisis de salud inesperada y excepcional nos desafía profundamente. En primer lugar, nos hace sentir el sufrimiento y la angustia de las víctimas, los enfermos, sus familias, de todos los que sufren sus consecuencias económicas. Los tenemos presente en nuestra oración.
También queremos expresar gratitud y admiración a aquellos que están comprometidos con todas sus fuerzas en el cuidado de las víctimas y, en general, en la reorganización de los servicios públicos. Hay tantos testimonios de generosidad creativa, de solidaridad, de resistencia a la pasividad y al desánimo ...
Y en estos tiempos difíciles, no podemos evitar preguntarnos: ¿qué espera Cristo de nosotros? ¿Qué nos da el Resucitado, que va a encontrarse con sus discípulos abatidos cuando las puertas están cerradas? ¿A qué nos llama hoy? En la adversidad del momento, con las palabras del hermano Roger, "no someternos a los acontecimientos sino, en Dios, construir con ellos."
Caminar siguiendo a Cristo nos lleva a vivir la conversión, a abandonar la oscuridad para volvernos hacia la luz del Resucitado. Día tras día, no nos dejemos llevar por el miedo, la irritación, el arrepentimiento, la confusión, por la oscuridad que pretende cubrir toda la tierra y monopolizar toda nuestra atención... Sino que permanezcamos unidos, en lo profundo de nuestros corazones, en la fuente de paz que permanece por encima de todo.
Mientras que las medidas de confinamiento y las precauciones sanitarias se multiplican para frenar los contagios, estemos atentos al tesoro de las relaciones humanas. Mantengamos el contacto – a través de una llamada telefónica, un mensaje de amistad – con los que están solos y en particular con las personas mayores, los más débiles y los que ya sufren otra enfermedad o alguna prueba.
En los próximos días, queremos asumir y transmitir iniciativas concretas para vivir una solidaridad espiritual. Cada noche a las 20:30 (hora de Europa occidental), una oración con un pequeño grupo de hermanos será transmitida desde la comunidad a través de las redes sociales (facebook e Instagram) y de nuestra página web. Aquellos que lo desean pueden enviar intenciones de oración.
Como lo dice San Pablo a los Romanos: "Quien nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la muerte? (...) Estoy seguro que nada nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro". (Rom. 8, 35.38-39)
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