11 de abril de 2010
La oración comunitaria
Unos noventa jóvenes de Nairobi y diferentes provincias de Kenya participaron a un retiro de cuatro días animado por los hermanos de Taizé a Mji wa Furaha. Entre los participantes también hubo jóvenes de Tanzania, de Alemania, de Rumania y de Francia.
El tema del retiro fue « A la luz de la resurrección ». Los jóvenes fueron invitados a participar tres veces al día en la oración común con los hermanos. Las meditaciones bíblicas, la reflexión personal en silencio, el intercambio en pequeños grupos fueron los principales elementos del programa diario.
Compartida en pequeños grupos
Talleres sobre diferentes temas – «Cómo leer la Biblia»; «encontrar y servir Cristo en los pobres y en las personas mayores»; «vivir de la llamada de Dios»; «la vida de un refugiado»; «trabajar con niños de la calle»; «teatro, sociedad y fe»– fueron animados por diferentes interventores (las hermanitas de los pobres, voluntarios, trabajadores sociales, refugiados de la región de las los Grandes Lagos). El domingo por la mañana, los participantes fueron invitados a participar en las celebraciones de las diferentes comunidades cristianas locales: la parroquia Queen of Apostles de Ruaraka, Nyumba ya Wazee, las hermanas de madre Teresa, St John Korogocho.
A la salida de la oración
Motivados por la respuesta y la excelente participación de los jóvenes, los hermanos de Taizé van a preparar otras retiros para jóvenes en agosto (10 - 15) y diciembre (8 - 12).
El tráfico en Thika Road, cerca de la casa de los hermanos
El domingo
El grupo de jóvenes de Dandora nos invitó para una oración. Cada domingo se encuentran para compartir sobre lo que han vivido durante la semana. Llegando desde la terminal hay que atravesar la muchedumbre de espectadores que rodean el estadio donde un partido está por comenzar. A veinte metros de allí, bajo una tienda abierta, una comunidad Akorino continúa su oración.
Para volver hay un atajo que evita tomar dos o tres matatus (especie de taxi) y los atascos del domingo por la tarde. Gérald me lanza a través de un laberinto de callejones linderos a una descarga. Allí se abre un paisaje de dunas recubiertas con bolsas de plástico. El suelo es elástico. Sobre la senda la gente vestida de domingo charla a dos pasos de piaras que hurgan en el lodo. Una vez pasado el río atravesamos el barrio de Lucky Summer, una inmensa obra de construcción donde la vida ya late. De vuelta en casa tranquilamente, niños "domingueros", vestidos vivos con fulares tradicionales o canteros y peinados más sofisticados. Nos reconocemos, nos saludamos. Cruzo a Japhet que vuelve de sus clases de comercio, luego a Peter muy feliz de su mes de vacaciones. Los niños juegan a las canicas en un arroyo con piedras o pedazos de vidrio de color. Con una gran seriedad miden las desviaciones para desempatar a los competidores. Una mamá sentada en el suelo asa espigas de maíz que se gustan a toda hora. Algunos señores desplazan los bancos de la iglesia que rencuentran otro uso durante la semana. Todavía algunos cantos suben de otra iglesia donde la oración se prolonga. En la barraca del "In Christ Power Centre", la oración deja su lugar a la retransmisión del partido del día. Eclipsando al campeonato local es la Primera Liga inglesa que atrapa los corazones de los aficionados. Por 30 chelines se puede vibrar con espectadores del mundo entero mirando el partido Chelsea - Manchester United.
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Para llegar a la celebración en Kiambu tres horas de marcha ofrecen una salida magnífica. Es domingo por la mañana y sin embargo, delante de nuestra casa, los chinos están trabajando desde antes de las 8:00. Maquinas nivelan, riegan, machacan la roca... Después de haberse dejado la autovia y a los chinos hay que atravesar los barrios populares de Zimmerman y de Kahawa. A bordo de los matatus los cantos religiosos reemplazan los cantos habituales, de las iglesias fluyen los primeros cantos de una mañana que será ferviente. En otra parte las actividades se prosiguen: "grupos de constructores de domingo" se atarean sobre pequeñas obras. Las casas crecen a merced de las finanzas del momento. Al final de un terreno pedregoso o cerca de un río unos jóvenes enjabonan enérgicamente vehículos. Dos cubos, un poco de detergente, un trapo y un letrero son la sola inversión necesaria para abrir un "lava-auto". Conducir un vehículo limpio es tan importante como el cuidado del vestidor. El polvo o el lodo se encargan de asegurarles una clientela regular a estos jóvenes.