Respondiendo a las invitaciones por parte de las comunidades cristianas luteranas, ortodoxas y católicas, dos hermanos de la comunidad estuvieron en Finlandia la segunda quincena de septiembre.

Finlandia, con el 73,9 % de su territorio cubierto de bosques no es difícil imaginar que la gente diga a menudo: «Es el árbol que esconde al bosque.» En finlandés: «Ei nae metsää puilta» que significa: ver sólo las partes y no el conjunto.
Fue ciertamente el caso de los dos hermanos que viajaron a través de Finlandia en septiembre. Al principio uno observa a la mayoría de los «árboles exóticos» que se distinguen de los demás árboles del bosque. Por ejemplo, los inmigrantes, en Helsinki y en otras grandes ciudades, con su ropa abigarrada, las mujeres a menudo llevando el velo y confundidas con musulmanas, aunque casi siempre son cristianas de Iraq, de Iran, de Turquía y de Paquistán. En 2011, 140.000 personas de origen extranjero residen en Finlandia, es decir, un 2,7 % de la población.

En la casa de un pintor de iconos
Las voces de las personas de los antiguos países de inmigración, Suecia y Rusia se distinguen también de los demás árboles. La mayoría de los lugares geográficos en Finlandia tienen dos nombres, uno finlandés y otro sueco. En la frontera oriental uno escucha hablar ruso a menudo.
Si continuamos con la metáfora del bosque y la aplicamos a la Iglesia, la mayoría de los árboles serían luteranos. El 78,2 % de los finlandeses son miembros de la Iglesia luterana de Finlandia. Además de a los luteranos, los hermanos también visitaron a las comunidades ortodoxas (1,1 %) a lo largo de la frontera oriental con sus monasterios del Nuevo Valamo y de Lintula. La Iglesia ortodoxa finlandesa es un arzobispado ortodoxo autónomo del Patriarcado de Constantinopla, la liturgia es celebrada en finlandés desde hace más de un siglo. Finlandia tiene la proporción más baja de católicos de toda Europa, cerca de 9 000 en total. Después de la misa en la catedral de San Henrik en Helsinki, los hermanos encontraron un pequeño grupo de jóvenes que acababan de volver de las jornadas de Madrid, aún llenos de todo lo que habían vivido.

Viajando para la peregrinación de confianza pasamos gran parte del tiempo con jóvenes estudiantes secundarios, universitarios y jóvenes profesionales. Es una verdadera felicidad el poder ser acogidos por ellos en su "medio". En Finlandia la casa parroquial es todavía muy a menudo un centro de actividades para todo un pueblo o una pequeña ciudad, un lugar seguro donde pasar el tiempo, un lugar para reflexionar sobre las grandes preguntas de la vida. Es un gran privilegio el ser invitados por los jóvenes y sus lideres, de escuchar sus historias y sus luchas.
Hubo por supuesto excepciones. El benjamín de las visitas fue Eero de ¡cinco semanas! Al día siguiente de su nacimiento su padre los dejó, a él y a su madre, para acompañar a un grupo de jóvenes de la parroquia a Taizé. Las personas mayores que encontramos fueron Anna-Maija Raittila (Nieminen, 83 años), poeta y traductora de los primeros cantos de Taizé en finlandés, y Elizabeth de Godzinsky (94), que en los años ’80 enseñó ruso a muchos de los hermanos de Taizé. Ambas viven en un asilo de ancianos administrado por la Iglesia ortodoxa. Visitarlas fue toda una peregrinación.

Anna-Maija Raittila
De nuevo al tema del bosque: ver el bosque detrás del árbol. Los finlandeses saben de la importancia del bosque. En Finlandia el bosque es bastante grande como para dar refugio. En Europa central, en los siglos pasados, la mayoría de los bosques fueron abatidos. Los veíamos como espacios inútilmente perdidos para la agricultura. Hoy, comprendemos mejor la importancia de los bosques, ellos producen oxígeno y permiten al planeta respirar. Los finlandeses van al bosque para encontrar el silencio y recrearse. De múltiples maneras la Iglesia es como un segundo bosque. Las comunidades eclesiales no son unos «espacios perdidos» sino que lugares que dan oxígeno al mundo.
