La carta de Taizé
Solidaridad con toda la creaciónEn esta página, publicamos algunos textos sobre el tema del último número publicado de la Carta de Taizé, «Solidaridad con toda la creación». Algunos testimonios comentan un fragmento de la «Carta 2012 – Hacia una nueva solidaridad».
Friedemann (Alemania)Es en cuanto seres humanos, como hijos del Dios único, y no solamente como cristianos, que hemos sido llamados a tratar la Tierra y toda la creación de manera responsable. Para mi, la motivación de mi compromiso con el medioambiente nunca ha provenido en primer lugar de la Biblia, sino más bien de mi fe personal y del asombro ante la plenitud y la belleza de la naturaleza. El mandato bíblico de « dominar » la tierra (Gn 1,26.28), que durante mucho tiempo me ha parecido cruel, se he convertido hoy para mí en algo mucho más claro. En efecto, el que domina sobre nosotros, Dios, es también quien, « exulta de gozo por ti, en su amor, te renueva » (So 3,17), él es el esposo de su pueblo (ver Oseas 2), él « consuela a su pueblo » y « muestra su ternura » (Is 49,13). Ya desde el Antiguo Testamento, recibimos, por tanto, una imagen positiva de Dios como soberano que puede inspirarnos. Con Jesucristo, el Hijo de Dios viene a nuestra tierra y, de muchas maneras, invierte nuestra imagen de Dios. Mediante su vida, su Pasión y su Resurrección, en su Evangelio, da cumplimiento al Antiguo Testamento, que así encuentra su sentido. Cuando nosotros esperábamos ver un Hijo de Dios en gloria, él viene a la tierra como un niño en un pesebre, él se pone con aquellos que esperan la salvación a la orilla del Jordán para recibir el bautismo, come con los pecadores y hasta en la cruz él puede amar y perdonar. En las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña, está presente este espíritu: « Bienaventurados vosotros los pobres porque vuestro es el Reino de Dios » (Lc 6,20). Y él nos dice al final: « En verdad os dijo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños a mí me lo hicisteis » (Mt 25,40) Cuando considero la palabra Reino en la perspectiva mostrada por Dios y por Cristo, comprendo la invitación a gobernar la tierra como una llamada a hacerme tan pequeño como un grano de mostaza, con el que es también comparado el reino de Dios (Marc 4,30-34). No somos discípulos de Cristo para explotar la Tierra; sino que debido a nuestra posición particular en la Creación tenemos una responsabilidad para con ella, debemos cuidar de ella y protegerla.
Abigail (Malta)Cuando veo lo que ocurre a nuestro alrededor – la crisis económica, las catástrofes naturales, etc – me siento deprimida. Quiero ayudar, pero no puedo. Luego, me acuerdo de lo que Dios nos ha asegurado: « Porque yo sé bien los designios que tengo para vosotros —afirma el Señor—, designios de paz y no de desgracia, de daros un porvenir lleno de esperanza. » (Jeremías 29,11). Dame, por tanto, paciencia. Dios no ha terminado todavía. Él conoce lo que ocurre. El sabe lo que es mejor. Debo dejar que el actúe y poner mi esperanza y mi confianza en Dios. Él cuidará de todos: « Pues bien, he aquí que voy a hacer una cosa nueva; ya está en marcha ¿no lo reconocéis? Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo» (Isaías 43,19). Él nos ama a cada uno. Lo que yo puedo realmente hacer es simplemente rezar por todos y ¡confiar en Dios!
Emilja (Lituania)Siempre he sentido que pertenezco a la naturaleza. Soy de la gente que observa, que admira, y que descubre también belleza en esta tierra. Creo que toda existencia en este planeta proviene de la misma fuente, la del amor. Yo también procedo de esta fuente. Hay una conexión misteriosa que nos une a todos, la energía magnética viva en cada ser humano, los animales, las plantas. Ella nos une, de un modo en que no hay escapatoria. Desgraciadamente, seguimos pensando que somos los reyes de este mundo, pero ningún ser humano existiría sin la ayuda de la naturaleza. Creo que la tierra no depende tanto de mí como yo de ella. Y la única cosa que puedo hacer por esta tierra, es no herirla aún más de lo que ya lo he hecho. Deseo estar en paz con ella, ser más consciente, aportar mi contribución – por pequeña que sea – para proteger el medio-ambiente. La tierra es maravillosa, y es un don que se nos ha dado para que los cuidemos.
Kate (Etados-Unidos)El alimento es actualmente un tema esencial en los Estados Unidos: ¿De dónde vienen los alimentos, como son producidos, quien se beneficia con ello? Desde siempre, yo he cultivado un pequeño huerto. Mi familia, especialmente mi abuelo, me ha enseñado todo lo que se debe saber sobre la horticultura, por ejemplo como cultivar tomates. Para mí, es una forma de meditación, la fascinación de ver la vida crecer lentamente a partir de nada. Veo una relación con las parábolas de Jesús que a menudo son sobre imágenes agrícolas. Pero sobre todo, lo hago también por razones muy prácticas: puedo elegir un poco sobre lo que como, yo no contamino la tierra con el transporte o el uso de pesticidas, y finalmente recibo los frutos de mi trabajo. En muchos pueblos, yo sé que las iglesias mantienen la existencia de huertos comunitarios: lugares donde la gente puede producir alimentos de manera sostenible. |