Mensaje del hermano Alois para la apertura del camino sinodal en Roma

El Hermano Alois fue invitado a intervenir el sábado 9 de octubre de 2021, en Roma, en la apertura del camino sinodal de la Iglesia católica, que durará dos años, sobre el tema de la sinodalidad. Aquí está el texto que pronunció en esta ocasión.

Muchas gracias, Santo Padre, por haber convocado a este sínodo. En Taizé nos ha conmovido profundamente el haber sido invitados a su inauguración. Le agradecemos también la tradición de convocar representantes de otras Iglesias. Será valioso escucharles hablar de cómo practican la sinodalidad, de sus beneficios y de sus límites.

Este camino sinodal adviene en un momento crucial donde observamos dos evoluciones contradictorias. Por una parte, la humanidad se vuelve más consciente del vínculo que todos compartimos entre nosotros y también con toda la creación. Por otra parte, se agravan polarizaciones a nivel social, político y ético, que provocan nuevas fracturas en las sociedades, entre los países y hasta en las familias.

Desgraciadamente, entre nuestras Iglesias, y también al interior de ellas, las diferencias tienden a convertirse también en polarizaciones separatistas, cuando más bien nuestro testimonio de paz sería vital.

¿Cómo avanzar en la unidad entre los cristianos? Recientemente, pregunté esto al pastor Larry Miller, antiguo secretario general del Foro Cristiano Mundial. Él me respondió: “No es bueno comenzar diciendo: ‘ésto es lo que somos y por ello tenemos razón’. Se trata más bien de reconocer nuestras debilidades y de pedir a las otras Iglesias de ayudarnos a recibir lo que nos falta; es el ecumenismo receptivo, que nos permite acoger lo que viene de los demás”. ¿Acaso no es cierto lo que dice este pastor? Todos llevamos el tesoro de Cristo en vasijas de barro, y quizás este tesoro puede irradiar más cuando reconocemos humildemente lo que nos falta.

Dentro de la propia Iglesia católica, el sínodo sacará a la luz las grandes diversidades existentes. Éstas serán aún más fructíferas cuando se profundice al mismo tiempo la búsqueda de la comunión. No para evitar u ocultar conflictos, sino para alimentar un diálogo que reconcilia.

Para favorecer este diálogo, me parece conveniente que hayan en el camino sinodal momentos de respiro, como paradas, para celebrar la unidad ya realizada en Cristo y para visibilizarla.

A este propósito, Santo Padre, ya que usted nos invita a soñar, quisiera compartir un sueño. ¿Sería posible que un día durante el transcurso del camino sinodal, no solo los delegados, sino el pueblo de Dios con creyentes de diversas Iglesias, y no solo los católicos, fueran invitados a un gran encuentro ecuménico? Pues, por el bautismo y por la Santa Escritura somos hermanas y hermanos en Cristo, reunidos en una comunión aún imperfecta pero bien real, incluso cuando las preguntas teológicas están aún en suspenso.

Un encuentro de este tipo – aquí en Roma y al mismo tiempo en otros lugares del mundo – tendría al centro una celebración sobria a la escucha de la palabra de Dios, con un momento largo de silencio y una plegaria por la paz. ¿Podrían ser jóvenes los animadores de esta iniciativa? Una celebración de este tipo, ¿podría prolongarse con intercambios interconfesionales? Descubriríamos que estando unidos en Cristo, nos volvemos artesanos de paz.

Nuestra experiencia en Taizé me anima a hacer tal propuesta. En nuestra comunidad, viniendo de diversas confesiones, vivimos bajo el mismo techo. Desde más de 60 años acogemos a jóvenes de diferentes Iglesias o que vienen simplemente en búsqueda de un sentido a sus vidas. Lejos de ponernos de acuerdo en un pequeño denominador común, somos constantemente impulsados a ir a la fuente del Evangelio, ante Cristo resucitado que, por el Espíritu Santo, nos conduce juntos hacia al Padre de todos los humanos sin excepción.

Foto: Tilen Čebulj

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