La muerte del papa emérito Benedicto XVI toca nuestros corazones en Taizé porque nuestra comunidad ha tenido una relación con él durante más de medio siglo. De hecho, Joseph Ratzinger y el hermano Roger ya se conocían del Concilio Vaticano II, donde uno era experto y el otro observador.Yo mismo recuerdo haberme alojado con el hermano Roger en casa del teólogo que había llegado a ser arzobispo de Munich durante un encuentro de jóvenes que habíamos preparado en esa ciudad. Nos recibió calurosamente en su casa.Más tarde, cuando el Hermano Roger iba a Roma cada año para reunirse con el Papa Juan Pablo II, iba a menudo a visitar al Cardenal Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con el fin de tener un intercambio en profundidad con él.La última carta que el hermano Roger escribió tres días antes de ser asesinado iba dirigida al nuevo Papa Benedicto XVI para decirle que su avanzada edad no le permitía acudir a la JMJ de Colonia, pero que iría a Roma lo antes posible para saludarle. El Papa tenía esta carta en sus manos durante la audiencia general del miércoles, cuando anunció con tristeza la trágica muerte del fundador de nuestra comunidad. Tenía una gran estima por el hermano Roger, y cinco años después de su muerte escribió: "Que su testimonio de un ecumenismo de santidad nos inspire en nuestra marcha hacia la unidad".Personalmente, estoy muy agradecido por la acogida que me brindó Benedicto XVI cuando fui a encontrarme con él unos meses después del comienzo de mi nuevo ministerio como prior de nuestra comunidad. Ese mismo año, 2005, fallecieron Juan Pablo II y el hermano Roger. ¿Cómo continuaría la relación de nuestra comunidad con el Papa? Desde la primera audiencia comprendí que se había ganado su confianza en nosotros y que podía ir a verle todos los años. Me dijo: "En Taizé, tienes los cantos y el silencio; vas a lo esencial con los jóvenes, hacia una relación personal con Dios. Eso fue muy importante tanto para él como para nosotros.La relación con él tuvo su momento culmine en la oración que celebramos en su presencia el 29 de diciembre de 2012, durante nuestro encuentro europeo de jóvenes en Roma. A los miles de jóvenes reunidos en la plaza de San Pedro, Benedicto XVI les dijo, entre otras cosas: "Os aseguro el compromiso irrevocable de la Iglesia católica de seguir buscando caminos de reconciliación para alcanzar la unidad visible de los cristianos."Unas semanas más tarde dimitió y al año siguiente me propuse visitarle en su retiro para agradecerle el apoyo indefectible que siempre había prestado a nuestra comunidad en su vocación.
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