TAIZÉ

Textos bíblicos comentados

 
Las «meditaciones bíblicas» son propuestas para sostener la búsqueda de Dios en el silencio y la oración. Se trata de dedicar dos o tres horas para leer en silencio los textos bíblicos que se sugieren y que van acompañados de un breve comentario y algunas preguntas. Más tarde, reunidos en pequeños grupos en casa de uno de los participantes, se comparte brevemente lo que cada uno cree haber descubierto, pudiendo eventualmente finalizar el encuentro con un tiempo de oración.

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2025

mayo

Lucas 10, 1-11 Caminar juntos
Después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”. Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”.

Si la cosecha es abundante y los trabajadores escasos, no parece muy lógico enviar a dos personas al mismo lugar al mismo tiempo y visitar dos veces el mismo lugar. Sin duda, los recursos humanos y los horarios de los viajes podrían organizarse mejor para que el trabajo fuera más eficaz. Pero ésa no es la lógica de Dios. Este texto sobre el envío en misión arroja luz sobre la manera de actuar de Dios y sobre el tema de la Carta que guiará nuestras reflexiones durante esta semana.

En primer lugar, no se trata de una falta de eficacia por parte de Jesús, sino de una opción por enviar a los discípulos de dos en dos. Servir a Jesús no se hace solo. Los discípulos viajan juntos, tienen que confiar los unos en los otros, hablar entre ellos, intentar comprenderse y apoyarse mutuamente. No son necesariamente grandes amigos. No están necesariamente de acuerdo en todo. Es Jesús quien los reúne porque los necesita. Además, los discípulos dependen de aquellos a los que son enviados. Esta dependencia no es negativa. La vida de fe nos pone en relación unos con otros. Los discípulos no llevan nada para su viaje; deben dejarse acoger por los que encuentran y comer lo que les sirven. No son autosuficientes. La compañía, la acogida y la hospitalidad fraterna forman parte de la vida de fe.

En segundo lugar, los discípulos no se ponen en camino para ir a lo suyo. Jesús les dice: «Id. Yo os envío...». Son enviados por Jesús y en su nombre. La fuente de este envío no es otra que su relación con cada uno de los que envía. Por su parte, los discípulos dicen sí a una llamada que les precede, sin saber adónde les llevará. Lo que los pone en marcha es la confianza en Jesús, el deseo de compartir su vida y su misión. La esperanza, tal vez, de que esto dé sentido y dirección a sus vidas. Ser enviado significa que a veces tienes que dejar en suspenso tus propias ideas, para entrar en algo más grande, donde no lo entiendes todo, pero donde aprendes a confiar y a desprenderte de ti mismo. Es todo un viaje interior.

En tercer lugar, Jesús envía a los discípulos allí donde él mismo tiene que ir. ¿Es por eso innecesario o superfluo que los discípulos le precedan? No, en absoluto. Los discípulos son enviados para llevar la paz y curar a los enfermos. Una misión casi imposible, humanamente hablando, se podría pensar. De hecho, ésta es la misión de Jesús mismo, el enviado de Dios para ser fuente de vida, paz y curación. Pero Jesús asocia a los discípulos con su propia misión: donde están los discípulos, allí está Jesús. Eligió no hacer las cosas solo, sino confiar en los demás. Esto nos muestra que ser enviados en nombre de otro no nos convierte en pasivos. Ser enviado nunca puede excusar la pereza, el mal hacer o la falta de responsabilidad. Para llevar a cabo su misión, Jesús necesita que aceptemos e incluso elijamos dejarnos asociar a su misión utilizando nuestras capacidades y talentos.

Cualquiera que sea nuestra situación en la vida, cualquiera que sea nuestro camino de fe, todos somos enviados por Cristo a vivir plenamente la vida que se nos ha dado. La fe nos pone en comunión con Cristo y con los demás. La fe nos mueve, a veces llevándonos por caminos inesperados. La fe nos pone en camino para dar testimonio de lo que nos hace vivir y para compartirlo. Alimentar la conciencia de ser enviados y de estar en camino con Cristo y con los demás podría ayudarnos a encontrar nuestro «hogar» en Jesús y en la comunidad cristiana y humana.

- ¿He aportado alguna vez un poco de paz en una situación difícil? ¿Qué me ayuda a creer que Jesús mismo está presente?
- How do “being sent” and having to make choices in life fit together?

Esta meditación se dio a los participantes en la Semana de reflexión para jóvenes de 18 a 35 años en Taizé, en agosto de 2024



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Última actualización: 1ro de mayo de 2025