Textos bíblicos comentados
agosto
“Dentro de poco no me veréis, poco después me veréis”. Los discípulos comentaban unos a otros: “¿Qué es lo que dice? Dentro de poco no me veréis, poco después me veréis; y eso de: Voy al Padre”. Decían: “¿A qué poco se refiere? No entendemos lo que dice”. Jesús comprendió que querían preguntarle y les dijo: “Discutís entre vosotros acerca de lo que os dije, que dentro de poco no me veréis y poco después me veréis. Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis mientras el mundo se divierte; estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. Cuando una mujer va a dar a luz, está triste, porque le llega su hora. Pero, cuando ha dado a luz a la criatura, no se acuerda de la angustia, por la alegría de haber traído un hombre al mundo. Así vosotros ahora estáis tristes; pero os volveré a visitar y os llenaréis de alegría, y nadie os la quitará. Aquel día no me preguntaréis nada. Os aseguro que lo que pidáis a mi Padre, os lo dará en mi nombre. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.” (Juan 16, 16-24)
Nunca es fácil decir adiós, especialmente a alquien querido que ha aportado esperanza y sentido a nuestra vida. Jesús anuncia a sus discípulos que debe partir. Habla de su partida como de “ir al Padre” (Jn 16, 5; 17). Es comprensible que sus discípulos se entristezcan por el anuncio de esta separación. Además, al ser la explicación de Jesús tan enigmática, no sólo están tristes, sino también confusos.
Este pasaje se sitúa antes de la pasión de Cristo, cuando Jesús trata de preparar a sus discípulos para su muerte. Sin embargo, fue escrito tras la muerte de Jesús. Juan escribe a una comunidad cristiana que está desanimada. Creen en el mensaje de Jesús, creen en la resurrección, pero el anuncio de este mensaje no ha sido aceptado. ¿Acaso no ocurre algo parecido en la actual comunidad cristiana? En una sociedad secularizada y altamente tecnológica, en ocasiones parece que no hay lugar para el mensaje del Evangelio.
Jesús no promete a los discípulos que su situación externa vaya a cambiar. El hecho de que ellos hayan decidido seguirle no significa que sus vidas vayan a volverse más fáciles. Jesús llega incluso a decir que el mundo se regocijará cuando les vea llorar y lamentarse (v. 20). ¿Cómo puede, pues, Jesús, restaurar la esperanza de sus discípulos?
Lo hace invitándoles a mirar los acontecimientos de un modo diferente. La tristeza pone un velo sobre nuestros ojos y distorsiona la realidad.
Cuando la pena invade nuestros corazones, podemos acabar tan encerrados en nosotros mismos que nos volvemos incapaces de ver lo que ocurre. Esto nos conduce al desaliento, que es un poderoso enemigo. Por medio de su muerte y su resurrección, Jesús nos revela que el dolor, el sufrimiento y la muerte, pese a ser reales, no tienen la última palabra.
Para explicar esta idea, Jesús cuenta una parábola que habla de una experiencia universal, la de una madre que da a luz a un niño (v. 21). Durante el parto, una mujer no puede eludir la experiencia del dolor. Debe pasar por el dolor para poder conocer también la alegría. Del mismo modo, la cruz sólo puede entenderse a la luz de la resurrección. La resurrección no borra la cruz, pero transforma el sufrimiento de la cruz en esperanza, permitiendo a los discípulos creer que, a pesar del dolor del presente, un futuro es posible. Jesús está invitando a sus discípulos a ver el misterio pascual como el paradigma de la experiencia cristiana y humana.
La verdadera alegría nos libera. La falsa alegría es efímera y puede llevarnos a la esclavitud. Para ser liberados de su pena, los discípulos necesitan descubrir una alegría que sea tan contundente como su dolor. Esta alegría no es artificial. Como la vida, es un don que se regala en los momentos más inesperados. Es un gozo interior que desvela esa esperanza tan a menudo escondida. Es la alegría de la que nace la generosidad que nos permite ofrecer nuestra vida por otros. Es la alegría de la resurrección.
¿Cuándo he experimentado que una situación de pena y dolor se transformaba en alegría?
En mi vida diaria, ¿qué me ayuda a “optar por la alegría”?
¿Cómo cambia esta opción mi manera de ver mi vida y los acontecimientos?