TAIZÉ

Textos bíblicos comentados

 
Las «meditaciones bíblicas» son propuestas para sostener la búsqueda de Dios en el silencio y la oración. Se trata de dedicar dos o tres horas para leer en silencio los textos bíblicos que se sugieren y que van acompañados de un breve comentario y algunas preguntas. Más tarde, reunidos en pequeños grupos en casa de uno de los participantes, se comparte brevemente lo que cada uno cree haber descubierto, pudiendo eventualmente finalizar el encuentro con un tiempo de oración.
2023

septiembre

Apocalipsis 7: Los redimidos del Señor
Después de esto vi cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra que sujetaban a los cuatro vientos de la tierra para que ningún viento soplase sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. Vi después a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios». Oí también el número de los sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel (...)
 
Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!». Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo: «Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén».
 
Y uno de los ancianos me dijo: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?». Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Él me respondió: «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
(Apocalipsis 7)

En el imaginario popular, los escritos apocalípticos hablan del "fin del mundo". Pero, de hecho, estos capítulos del Apocalipsis de San Juan utilizan imágenes del fin para hablar, no de un cataclismo cósmico que destruiría el universo, sino del fin de un mundo, a saber, un mundo construido sobre el rechazo de Dios y sobre la injusticia entre los seres humanos. Lo que provoca la inversión de esta situación y el paso a "una tierra nueva en la que habite la justicia" (2 Pe 3,13) no es otra cosa que el don de la vida de Cristo, su gesto de amor y de perdón frente al odio y la violencia. Es la "gran prueba" mencionada en este capítulo y descrita veladamente en el relato del sexto sello (Apocalipsis 6, 12-17) bajo el epígrafe de "la ira del Cordero".

Pero antes de la desaparición del mal y de la instauración definitiva de este mundo renovado por Dios, algunos son como redimidos de antemano. Dios pone su sello sobre ellos, símbolo de protección pero también de validación de su testimonio a su favor. Este grupo se describe de dos maneras: doce mil personas de cada tribu de Israel y luego "una muchedumbre inmensa e innumerable". Dado que los números en este libro son todos simbólicos, la primera descripción indica simplemente la plenitud del pueblo de la alianza y no contradice la afirmación de que los redimidos forman una comunidad universal "de todo país, tribu, pueblo y lengua". Dado que la imagen del sello se utiliza en el Nuevo Testamento para marcar la entrada en el pueblo de Dios (Efesios 1,13; 4,30; 2 Corintios 1,22) y está vinculada al don del Espíritu, probablemente se refiere al bautismo. Por tanto, no es erróneo considerar a este grupo como la comunidad cristiana, la Iglesia, formada por judíos y gentiles.

En cierto modo, estos hombres y mujeres participan ya en la victoria final de Cristo; ya han pasado con él de la muerte a la vida. El autor lo describe con una imagen bastante incongruente: "lavaron sus vestidos y los blanquearon en la sangre del Cordero". "Blanqueados en la sangre" evoca la paradoja de que el camino hacia la comunión en Dios pasa necesariamente por pruebas (véase Hch 14,22), por resistencias externas e internas. Este paso, a veces doloroso, con Cristo hace de ellos personas llamadas a vivir en constante alabanza y acción de gracias. Pero, al mismo tiempo, siguen en camino, lo que indica otra imagen paradójica: el Cordero, el miembro más pequeño del rebaño, se convierte en el pastor. Su misión consiste, pues, en "seguir al Cordero por dondequiera que vaya" (Apocalipsis 14:4).

- ¿Me veo reflejado/a en este retrato de los discípulos de Cristo? ¿Por qué sí o por qué no?

- ¿Qué resistencia despierta en mí la invitación a "seguir al Cordero"? ¿Qué puede significar?

- ¿Cómo podemos, solos y en nuestras comunidades, participar en la alabanza cósmica a Dios?



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Última actualización: 1ro de septiembre de 2023