En Argentina hubo celebraciones en Venado Tuerto y en Laguna Paiva, en la provincia de Santa Fe, y en las ciudades de Paraná y Buenos Aires. En Uruguay hubo celebraciones en Montevideo.
A través de los numerosos encuentros que se han ido sucediendo durante este viaje, se han reforzado los lazos de amistad que unen a la comunidad de Taizé con la Iglesia de estos países. He aquí algunas impresiones:
Venado Tuerto es una ciudad de tamaño medio situada en una región marcada por una explotación agrícola intensiva. Con la crisis económica de 2001, aumentaron los problemas sociales en esta ciudad que anteriormente tenía más bien fama de próspera. El padre Julio Casoni, sacerdote de la parroquia de San Cayetano, explica que, a causa de numerosos robos, la parroquia se vio obligada a cerrar la iglesia fuera de los horarios de misa o rezos. No obstante, en los locales de la parroquia, un equipo de mujeres prepara todos los días laborales una comida para familias que de otra forma no podrían alimentarse correctamente.
En un barrio de la periferia de la ciudad, un grupo de mujeres muy comprometidas recibe a madres, niños y jóvenes adolescentes en los locales de una asociación llamada ’Maná’. Es un centro vinculado a una red de lucha contra la desnutrición infantil llamada ’Conin’, fundada por investigadores que se han apercibido de hasta qué punto la alimentación durante los primeros años de la infancia es esencial para el buen desarrollo de la persona. En ’Maná’ las madres reciben bolsas con alimentos y ropa para sus familias y, a cambio, se comprometen a participar en sesiones de formación sobre alimentación, prevención y responsabilidad en la vida del barrio. Se ofrece una merienda a los niños y los adolescentes ayudan a la jardinería o participan en actividades educativas. Visitando estos lugares y escuchando las explicaciones se comprende que la puesta en marcha de los programas de ayuda es fruto de una meticulosa reflexión, a fin de evitar que los beneficiarios caigan en la dependencia, en vez de comprometerse ellos mismos en soluciones durables.
En Laguna Paiva, una pequeña ciudad al norte de Santa Fe, se celebró una oración con los parroquianos y, el día después por la tarde, un encuentro con jóvenes de la región que formaron grupos de reflexión sobre las propuestas del hermano Alois para 2018 ’Una alegría que nunca se acaba’. Los participantes descubrieron con gran interés la oración con cantos meditativos.
La última etapa del viaje en Argentina fue Buenos Aires, donde hubo una oración en la parroquia de ’San Isidro Labrador’. Desde hace algunos años, jóvenes de Buenos Aires van a Taizé como voluntarios por un periodo de tres meses.
Uruguay es un pequeño país relativamente próspero. Se le conoce por ser el más laico de América latina. Los lazos entre el Estado y la Iglesia son mucho menos fuertes que en Argentina. La mayoría de los habitantes del país viven en Montevideo y en las orillas del Río de la Plata.En Uruguay, el porcentaje de cristianos practicantes no es muy elevado, aunque muchas personas asistieron a los encuentros celebrados en las parroquias de San Alejandro y San Pedro Claver, de San Ignacio y en el instituto salesiano La Maturana. La congregación de salesianos es muy activa en el país y la visita de un hermano de Taizé a Montevideo ha tenido lugar, entre otras cosas, en el marco de la colaboración entre la comunidad de Taizé y los salesianos.
Este viaje a Argentina y Uruguay ha permitido a la vez encontrar a personas que ya conocían Taizé y de dar a conocer a nuevas generaciones la oración con cantos de la comunidad y el compromiso con la reconciliación. En ambos países la Iglesia se encuentra actualmente ante un gran desafío para transmitir la fe cristiana a las nuevas generaciones de jóvenes y para mantenerse presente entre las clases sociales desfavorecidas. Numerosos creyentes hacen frente a estos cometidos a través de un ministerio con los jóvenes o mediante un compromiso social eficaz y asumido con amor. Con su deseo de transformar la sociedad y de rezar en el silencio de sus corazones con cantos meditativos, comparten lo que viven muchos de los que van a Taizé.