TAIZÉ

Encuentro europeo 2022/23 en Rostock

Meditaciones del hermano Alois

 

Miércoles 28 de diciembre de 2022

¡Me alegro mucho de encontraros aquí en Rostock! Gracias a todos los que habéis estado preparando este encuentro durante muchos meses, especialmente a los líderes de las iglesias locales y a las autoridades civiles. Y gracias a todos lo que habéis abierto vuestras puertas para acogernos.

Entre los que nos acogen, hay algunos que no comparten la fe cristiana. Me gustaría decirles que su generosidad al ofrecernos hospitalidad nos toca de un modo especial.
Los lazos de nuestra comunidad con esta región nororiental de Alemania se remontan a los años 1960. Los hermanos vinieron aquí cuando el continente europeo estaba dividido por un “telón de acero”. Las iglesias jugaron aquí un papel decisivo en poner fin a esta división en Europa y tan pronto como fue posible, jóvenes de Mecklenburg-Vorpommern vinieron a Taizé en gran número.

Aquí, los cristianos son una minoría en el conjunto de la sociedad. Y esto no lleva a que los creyentes se encierren en su pequeño mundo, sino todo lo contrario: los anima a entrar en diálogo con todos. Juntos, podemos hacer frente a retos que son comunes a todos y trabajar por una sociedad en la que la confianza pueda crecer.


Justo antes de llegar a Rostock fui a Ucrania durante cinco días, hasta la fiesta de Navidad. Algunos jóvenes de Ucrania han podido venir aquí a Rostock para el encuentro europeo y les saludo calurosamente.

En Kiev y Leópolis, hemos podido compartir la vida cotidiana de este pueblo valiente durante unos pocos días. En la noche, barrios enteros se sumergían en la oscuridad debido a los cortes de suministro eléctrico. Esto no impedía que los jóvenes se encontrasen para orar juntos, iluminados solo por velas.

Y el mensaje era muy claro: esta luz en la noche, incluso vacilante como la de unas pocas velas, es más fuerte que el mal y la violencia de la guerra. ¿Y no es esto también el corazón del mensaje cristiano? Cristo viene al mundo; es la luz del mundo, amenazado, a menudo escondido, pero nunca se apaga(1). [1]

Guiados por la luz de una estrella, los Sabios de Oriente han encontrado al recién nacido en su humilde hogar. Esta es la historia que oiremos mañana a mediodía durante la oración y que veremos ilustrada en este gran fresco delante del cual rezamos estos días: representa el retablo de una iglesia en Rostock y fue pintado en Taizé por nuestros voluntarios durante las últimas semanas.

En Ucrania, hay una gran tradición de villancicos navideños. Uno de ellos dice: «¡Santa noche! ¡Dulce noche! Enjuga las lágrimas de nuestros ojos, pues el Hijo de Dios ha venido a salvar el mundo con amor, ¡la luz brilla en los cielos!» (2) [2]

Sí, Cristo viene al mundo, incluso en la noche y en la oscuridad; en el corazón de la oscuridad su luz ya está brillando. Agradezcamos a los jóvenes de Ucrania por su valentía en la adversidad y también por su perseverancia en la fe.
Lo hemos escuchado en la lectura del salmo esta noche: «¡El Señor está cerca de los que tienen el corazón roto!»

Hay tantas personas hoy con el corazón roto. Recuerdo los migrantes que encontramos hace justo un año, las pasadas navidades, en la isla de Lampedusa, la mayoría de ellos habían llegado en pateras, algunas veces rescatados en el mar.
No olvidemos la gente de Haití que han sufrido tanto. Y oremos por las personas de Oriente Medio. Recientemente, hablaba con una monja que está en Latakia, Siria. Hermana Rima y sus hermanas continúan cuidando de los niños de su barrio, y esta es una contribución esencial para el futuro de ese país.

Estas mujeres y hombres, estos jóvenes y a veces incluso niños, están tomando una opción: incluso en la adversidad eligen la esperanza. Tengámoslos hoy presentes en nuestras oraciones, en agradecimiento por el testimonio valiente que comunican.


Jueves 29 de diciembre de 2022

Ayer por la tarde os hablé del mensaje de valentía y esperanza que recibí cuando pasé los días de Navidad en Ucrania con otro hermano. El sufrimiento de la cruel guerra que asola este país está muy presente, pero al mismo tiempo la vida continúa y la gente se organiza para sobrellevarlo lo mejor que puede.

A veces, en la capital, Kiev, barrios enteros se quedan sin electricidad durante dos o tres días seguidos, y con frecuencia, sin calefacción ni agua caliente. Una noche, tras una oración que hicimos con los jóvenes, una joven se preguntó: «¿Hasta cuándo va a durar esto?».

Y, sin embargo, sin dejarse paralizar, muchos trabajan para ayudar a los necesitados. En Lviv compartimos dos comidas navideñas con jóvenes voluntarios, algunos de los cuales vinieron a Rostock para participar en el encuentro europeo. Con una energía sorprendente, están reconstruyendo casas destruidas y participando en diversos proyectos solidarios y creativos.

La celebración de la Navidad nos asombró. Todos participaron con gran fervor. En un momento dado, dos bebés fueron presentados a la congregación, para alegría de todos. Uno de los bebés acababa de nacer de una familia desplazada del este del país, que había sido acogida en esta parroquia.

Una impresión permanece fuerte en mí, y es la que me gustaría transmitir: frente a lo absurdo del mal, muchos ucranianos perseveran en la esperanza. Esto es un estímulo para todos nosotros.

Otros testigos nos animan a seguir adelante con esperanza. En Alemania y más allá, la memoria del pastor Dietrich Bonhoeffer sigue viva. Formó parte de la Iglesia Confesante que se opuso al régimen nazi. Se unió a la resistencia contra Hitler y fue ejecutado un mes antes del final de la guerra en 1945.

Era plenamente consciente del mal absoluto que imperaba en su época y, sin embargo, un impulso interior le permitió optar por la esperanza. Desde la cárcel, escribió una de sus últimas oraciones en forma de poema:

«Maravillosamente protegidos por fuerzas benévolas, esperamos con confianza lo que pueda venir. Dios está con nosotros por la tarde y por la mañana, y ciertamente en cada nuevo día».

Optar por la esperanza no es una elección fácil, ni fruto de una confianza ingenua. Esta opción requiere estar arraigados en la oración. Y la oración nos llama a ser cada vez más conscientes del sufrimiento de los demás, nos invita a ser responsables de nosotros mismos y de los demás.

El mensaje para 2023, que habrás leído en el cuaderno del encuentro, se titula "Vida interior y solidaridad". En la introducción a este mensaje se menciona que estas dos actitudes fueron propuestas por Bonhoeffer con estas mismas palabras –y le parecían inseparables: «Orar y practicar acciones de justicia entre los humanos».

Hoy son igual de inseparables. Sin oración, podemos temer exponernos al desánimo, pero sin practicar la justicia, nuestra oración corre el riesgo de convertirse en una evasión del mundo. Así que cada uno de nosotros podría preguntarse: ¿cómo podemos trasladar estas dos realidades, la vida interior y la solidaridad, a nuestra vida cotidiana?

En otras palabras, podríamos decir: acojamos el consuelo de Dios en la oración y amemos cada vez más a los que nos han sido confiados.

En Alemania, como en otros países, las oraciones con los cantos de Taizé sostienen a muchos jóvenes –y no tan jóvenes– en su fe. También crean lazos de amistad. Pero no sólo cantemos los cantos de Taizé, recemos también con los cantos de las iglesias locales. Este año en Rostock, la coral «Nun danket all und bringet Her» nos vincula a una larga tradición de oración.

Cuando los que rezan juntos se abren a las cuestiones urgentes del momento, se preparan interiormente para llegar a personas de orígenes muy diversos: creyentes y buscadores de Dios, y también no creyentes. Y todos juntos intentan vivir una concreta solidaridad con quienes están en los márgenes de la sociedad.

De este modo, forman parte de los muchos cristianos que buscan un nuevo rostro de la Iglesia: un pueblo que se reúne en torno a Cristo en la gran diversidad y que es solidario con los más desfavorecidos. Volveré sobre ello mañana por la tarde, cuando formule la pregunta: ¿se percibe ya un nuevo rostro de la Iglesia en nuestro encuentro aquí en Rostock?


Viernes 30 de diciembre de 2022

Estamos muy agradecidos por la calurosa acogida que estamos recibiendo estos días en Rostock. Gracias a todos los que habéis decidido abrir vuestros corazones y vuestras puertas para acogernos. En un momento en que nuestras sociedades están a veces tan marcadas por el miedo, especialmente el temor al extranjero, esta generosa hospitalidad es un signo de esperanza.

Reiteramos también nuestro sentido agradecimiento a las autoridades civiles. Respaldaron el proyecto del encuentro europeo y apoyaron su preparación en una hermosa colaboración con las Iglesias.

En esta región donde son minoría, los cristianos son conscientes, quizá más que en otras partes, de que están llamados al diálogo y a una solidaridad concreta con las alegrías y las pruebas de todos.

¿Cuál será el lugar y la contribución de los cristianos en nuestras sociedades en el futuro? Las palabras del profeta Miqueas que hemos escuchado esta tarde nos señalan el camino: «El Señor sólo te pide que respetes los derechos de los demás, que ames actuar con bondad y sigas con humildad el camino que Él, tu Dios, te muestra».

Como es habitual en las iglesias de esta región, en esta sala, transformada temporalmente en lugar de oración, cuelgan pequeñas barcas. Son como una imagen del futuro de la Iglesia. Ya no es un barco grande y orgulloso, sino más bien como la pequeña barca en la que Jesús estaba con sus amigos. Fue allí, en medio de la tormenta, donde les dio el don de la confianza en Dios.

Más que en el pasado, hoy vemos claramente las insuficiencias de las iglesias en sus formas institucionales. E incluso debemos reconocer y afrontar el mal que a veces se ha cometido en el seno de nuestras comunidades cristianas.

En este sentido, también en Taizé, con mis hermanos, continuamos el trabajo por la verdad que iniciamos en 2019 y somos conscientes de que personas han sido abusadas en su integridad. Quisiera renovar nuestro compromiso de hacer todo lo posible para que Taizé sea un lugar seguro para todos, así como cada uno de los encuentros internacionales que organizamos. Y me gustaría invitaros a que nos ayudéis en esto.

Como Iglesias, estamos llamados hoy a una profunda conversión. Esto implica, en particular, que todos los que aman a Cristo no permanezcan separados, sino que se unan. Ciertamente, la Iglesia necesita instituciones para tener continuidad en la historia, pero también es el «pueblo de Dios» que va más allá de los marcos institucionales.

Dejémonos guiar por esta llamada a ser juntos el «pueblo de Dios». Empecemos por buscar, con gran inventiva, cómo actuar cada vez más en común entre los creyentes de todas las confesiones, y también con aquellos que no pertenecen a una Iglesia.

Para ser el «pueblo de Dios», debemos escuchar a los marginados de nuestras sociedades, y también a las víctimas de abusos y de toda forma de violencia. Jesús tenía un amor preferencial por los que estaban heridos por la vida.

En el fondo, se trata de inventar un nuevo rostro de la Iglesia. Que se convierta en una comunidad habitada por el fuego de amor del Espíritu Santo, una comunidad que sigue a Cristo vencedor del mal, que se acerca a los que sufren, que saca a la luz la presencia oculta de Dios en el mundo. Esta Iglesia con nuevo rostro estará desprovista de signos de prestigio y poder; vivirá con medios sencillos.

Dentro de nueve meses, se nos ofrecerá la oportunidad de hacer realidad este paso hacia la unidad: una «reunión del pueblo de Dios» con el nombre «Together». Todos juntos. Todavía no puedo deciros mucho más al respecto, porque el anuncio se hará a finales de enero, con ocasión de la semana de oración por la unidad. Pero os invito a recordar la fecha del 30 de septiembre de 2023.

Y dentro de un año será la 46ª reunión europea. Tendrá lugar en un país en el que los lazos de amistad con Taizé existen desde hace mucho tiempo. Sin embargo, esta capital europea nunca había acogido una reunión de este tipo.

Del 28 de diciembre de 2023 al 1 de enero de 2024, seremos recibidos en una ciudad cuyos jóvenes y arzobispo nos acompañan esta tarde, en la capital de Eslovenia, Liubliana.


Sábado 31 de diciembre de 2022

Esta noche es ya la última oración común que nos reúne aquí, en la HanseMesse de Rostock. Mañana tocará despedirse de quienes nos han acogido durante estos días. Quisiera decir a los jóvenes de Ucrania que van a regresar a su país: no os hemos olvidado en nuestra oración y en nuestra amistad.

El encuentro europeo está llegando a su fin, pero en cierto modo es ahora cuando empieza todo: Dios nos llama y nos espera. Así que preguntémonos: ¿cómo podemos continuar? Ciertamente, no se trata de mirar atrás con nostalgia, sino de una invitación a ir hacia los demás, a ampliar nuestras amistades.

Cuidemos de hacer brotar en nosotros la alegría que viene de Dios, que no se cansa de volver a poner su confianza en nosotros. Acoger esta alegría no significa ignorar las pruebas presentes, al contrario, nos permite afrontarlas mejor.

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Esta mañana, en los pequeños grupos de diálogo, habéis reflexionado sobre esta pregunta entre otras: «Compartimos espacios: planeta, país, iglesia, etc. ¿Qué formas de nueva colaboración y corresponsabilidad podemos inventar en estos espacios comunes?».

Esta es una hermosa pregunta que podríamos llevarnos con nosotros. Mantener la esperanza ante el mal no nos hace pasivos, sino que nos compromete a perseverar. Esto es especialmente cierto en el caso de la esperanza de paz. A veces parece un ideal inalcanzable, pero requiere el esfuerzo de todos y cada uno de nosotros.

Rezar por la paz puede resultar difícil cuando hay que resistir la agresión. La oración que aparece en el Evangelio de Lucas justo antes del relato navideño ayuda a encontrar las palabras adecuadas. Zacarías, el padre de Juan el Bautista, espera «la salvación de nuestros enemigos, de la mano de todos los que nos odian». Su deseo es servir a Dios «sin temor». Y está seguro de que Dios «ilumina a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte», y que «dirige nuestros pasos por el camino de la paz».

Esta oración nos hace responsables los unos de los otros. Inicia la paz en nosotros mismos y a nuestro alrededor. La oración nos permite mantener abiertas las puertas del diálogo, incluso con quienes piensan de forma diferente a nosotros.

Hay en nosotros una profunda sed de comunión y unidad que viene de Dios, y en la oración podemos expresarla. Incluso con muy pocas palabras. Permanecer en el silencio estando a solas con Dios es esencial para que participemos, muy humildemente, en su obra de paz en la tierra.

En la oración, es también Dios quien se dirige a nosotros y nos ofrece caminar con Él. ¿No viene a nuestro encuentro, en lo más íntimo de nosotros mismos? Allí, más que en ningún otro lugar, desea aliviar y curar el corazón de la persona que le mira con confianza.

Rezar por la paz no significa resignarse a la victoria del agresor, sino buscar una paz basada en la justicia y la verdad.

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Otra llamada urgente a la que vosotros, los jóvenes, nos hacéis estar cada vez más atentos es la de nuestra responsabilidad ante los peligros ecológicos. Hace tres años, en nuestro encuentro europeo de Wrocław, pedí perdón en nombre de mi generación, que sin duda ha sido negligente con el cuidado de la Creación.

Esta noche quiero deciros de nuevo, en una región y en un país donde muchos jóvenes están comprometidos con la causa climática: vuestro compromiso tiene repercusiones que no siempre se ven, pero que son muy reales. También en Taizé necesitamos vuestra perseverancia para avanzar en este camino de la conversión ecológica.

Optar por la simplificación y la sobriedad puede dar un impulso a la vida. Cuidar la creación significa también amar la belleza de la naturaleza y ser creativo con medios sencillos. La ayuda mutua y la solidaridad se extienden así a toda la diversidad de los seres vivos.

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Por último, quisiera decir hasta qué punto vuestra presencia en Rostock estos días es en sí misma un signo de esperanza que ha tocado muchos corazones. Durante estos días habéis presentado el rostro de una juventud a la vez alegre y seria, feliz de reunirse y abierta y atenta a los retos del momento.

La confianza en Dios puede dar una esperanza más fuerte que el miedo al futuro. Proviene de la convicción, anclada en nuestros corazones, de que Dios está actuando, y de que nos llama a actuar a nuestra vez, responsabilizándonos de nosotros mismos... y de la próxima generación.

En una vida interior, incluso pobre, a través de la solidaridad con nuestro prójimo y con toda la creación, Cristo resucitado sale a nuestro encuentro. Cambia nuestra perspectiva, nos lleva a las profundidades y nos invita a desafíos inesperados. ¿Sabremos darle la bienvenida?

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Y ahora vamos a escuchar, como cada tarde, lo que los niños tienen que decir (...)

Por último, me gustaría que todos escucháramos una canción navideña ucraniana, que nos recuerda que la luz de la esperanza que guía nuestros pasos por el camino de la paz es más fuerte que la violencia y el mal.

Última actualización: 4 de enero de 2023

Notas

[1En la tradición litúrgica bizantina, la oración Tropario del día de Navidad reza: "Tu Natividad, Cristo nuestro Dios, ha hecho brillar la luz del conocimiento en el mundo; ¡por ella los adoradores de estrellas han aprendido de una estrella a adorarte a ti, Sol de Justicia!"

[2«Свята ніч, тиха ніч!»