2003 Hamburgo
El rostro de la Iglesia como comunión
«Contempladlo y quedaréis radiantes. Vuestro rostro no se sonrojará», canta el salmista. En Hamburgo, en la confianza y en la sencillez, se pudo ver una luz en el rostro de la Iglesia. No era más que su verdadero rostro, su rostro de comunión. En Hamburgo, como en otros lugares, se presenta a veces a la Iglesia como una institución caduca, sin gusto por la belleza moderna, un vestigio del pasado que tiene miedo de aceptar a la sociedad del presente. Sin (...)
1ro de abril de 2004