¿Cómo fue la acogida en las familias de Cochabamba?
Olga, de Guayaquil: El primer día había terminado y al dirigirnos a las parroquias mis cuestionamientos invadían aún más mi mente pero la cordialidad de las personas fue tanta que sentí que con sólo caminar una cuadra llegaría a mi casa. Mi sorpresa fue que efectivamente, caminé un poco y llegué a mi casa, un hogar fenomenal donde realmente me sentí libre de ser quien soy, donde encontré ese calor aún estando lejos de mi hogar.
Denny de Guatemala: Compartir con la familia que me acogió en esta peregrinación, desde la sencillez y la humildad, es algo que siempre tendré presente, ya que nunca me sentí como un extraño dentro de ese hogar. Ellos me brindaron –seguramente con sus limitaciones- su cariño su apoyo y sobre todo su amor para que yo me sintiera en una verdadera comunidad.
Una oración meditativa… ¿cuál fue la experiencia?
Luca, de Bolivia: Lo que más me encantó y creo que fue el centro de todos los días del encuentro, fue la oración. Tanto al mediodía como en la noche. Fue algo conmovedor ver a tantas personas de diferentes culturas, razas, costumbres, ideas… reunidas todas en una misma sala, frente a una misma imagen, a un mismo Dios, todas rezando al mismo Señor, al mismo Padre. Es algo que llena y que invita a hacer lo mismo, a entrar en un momento de silencio en nuestra ajetreada vida para hablar con el Señor, compartir con el todo lo que nos sucede y pedirle que nos ayude a seguir luchando por un mundo mejor.
Olga: En un inicio no comprendía el sentido, era una manera diferente de tomar la oración, por momentos me sentía perdida, sentía que no llegaría a profundizarla tanto como Dios quisiera pero fue él mismo quien, con el transcurrir de los días, me enseñó pacientemente el valor del silencio para poder dialogar más directamente con él, me enseñó a cantar con algo más trascendente que mi voz, a cantar con el corazón, y con la disposición de vivir al máximo la oportunidad que me daba.
Cada mañana visitar lugares de sufrimiento y esperanza, ¿qué significó?
Olga: Cuando supe que visitaríamos la cárcel, era en ese momento que me enfrentaba con una realidad a la cual siempre le había tenido recelo, incluso cierto temor. Me dirigí, junto con mis compañeros a la cárcel, luego de una larga e inquietante espera entramos al lugar. Los nervios me invadían, por momentos quería correr hasta la parroquia, pero una vez más, poco a poco me fui tranquilizando, hasta llegar al punto de ver una imagen religiosa en el lugar, fue en ese preciso momento cuando comprendí lo equivocada que había estado. Aún con algo de dudas pregunté qué tan cercanos eran ellos a la religión, a vivir la verdadera fe, cuando escuché la respuesta me quedé estupefacta, eran las personas quienes yo menos hubiera pensado que estarían cerca de Dios pero hablaban de él con tanto amor, con tanta seguridad de su inmensidad.
¿Cuál fue el aporte de los talleres vespertinos?
Luca: Luego del momento de meditación, de interiorización, es bueno buscar la manera de día a día poner en práctica en nuestra pequeñez la fe que interiorizamos y los talleres me dieron las pautas necesarias para materializar esa fe en acciones concretas que me ayuden a transmitirla y hacerla crecer.
Olga: Una de los momentos que más me marcó el segundo día fue el taller. Yo estaba consciente que era Dios quien al ver lo más profundo de mí sabía mis preocupaciones, mis miedos y me hablaba por medio del Padre Gregorio, así como me hacía sentirme más comprometida con él cuando intercambiaba ideas con mis compañeros. Gracias a ese taller pude fortalecer mi ideología, pude sentirme más segura de defender mis pensamientos, mi fe.
Se vivieron unas jornadas de reconciliación… ¿qué signos concretos se pueden remarcar?
Ely de Chile: La delegación chilena quiso hacer un acto concreto de reconciliación. Fuimos al pabellón de Bolivia cantando una canción de Paz y abrazamos a nuestros hermanos bolivianos y les manifestamos que sabemos que tenemos problemas históricos por el mar y las fronteras, pero los temas de soberanía no tienen nada que ver con la fe.
Este sencillo gesto de perdón no quedó ahí. Luego los chilenos espontáneamente escribieron mensajes de paz para sus hermanos bolivianos, llenando dos grandes sobres que fueron entregados a la delegación de Bolivia sin saber que sería el signo del encuentro. Al finalizar la eucaristía de clausura, el Obispo de Cochabamba, Monseñor Tito Solari, mostró los sobres que contenían una carta abierta de los jóvenes chilenos a los jóvenes bolivianos donde pedían perdón. Fue el momento más emocionante del encuentro, los aplausos fueron fuertes y las lágrimas acompañaron un fuerte abrazo de paz de dos pueblos con historias irreconcilliables.
"Fue el signo menos pensado, pero el más concreto del encuentro que nos permitió promover la paz. La verdad es que fue un encuentro bien rezado, muy abierto a compartir, a ser hermano del otro"
Después de tanto vivido ¿cómo se vuelve a casa?
Denny: Otra experiencia igual de importante en donde también pude sentir la manifestación de Dios fue el hecho de compartir con muchos jóvenes y señoritas de distintos países no importando; su etnia, su idioma, color, su estatus…fueron momentos en donde pude experimentar un sentido profundo de comunión entre hermanos cristianos no importando las diferencias culturales o las distancias que existían.
Más concretamente recuerdo con claridad cuando visitamos en el post-encuentro la Diócesis de Patacamaya, recorrer sus comunidades, y conocer su realidad y compartir con las personas y llevarles un poco de esperanza, y una porción de alegría, y manifestarle que al igual que ellos en nuestro país también vivimos con dificultades; sociales, políticas, económicas, pero con la confianza y fe en Dios y trabajando en comunidad se pueden sobrepasar esas circunstancias adversas.
Luca: Creo que las jornadas de reconciliación fueron lo mismo que para los apóstoles la subida al monte de la transfiguración con el Señor, fue para ellos un respiro de paz, de armonía, de felicidad, para luego volver a su realidad cargados de energía, de entusiasmo, de esperanzas y de fuerzas pero sin ser los mismos que antes, sino otras personas, transformadas por el poder de Dios para así transformar el mundo en otro mundo mejor.